28-08-2024
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.”
Filipenses 2:3
Filipenses 2:3
La humildad es una virtud clave en la vida cristiana, ya que nos permite reconocer nuestra dependencia de Dios y valorar a los demás por encima de nosotros mismos. En Filipenses 2:3, Pablo nos exhorta a actuar con humildad, estimando a los demás como superiores a nosotros. Esta actitud contrasta con el orgullo, que busca la autoexaltación y el reconocimiento personal. La humildad, en cambio, nos lleva a servir a los demás con un corazón sincero, reflejando el carácter de Cristo.
Jesús es el ejemplo supremo de humildad. En Filipenses 2:5-8, Pablo describe cómo Cristo, siendo en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a lo cual aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres. La humildad de Jesús se manifestó en Su disposición a servir y a sacrificar Su vida por nosotros. Como Sus seguidores, estamos llamados a imitar Su ejemplo, sirviendo a los demás con un corazón humilde.
La humildad también es esencial en nuestra relación con Dios. Santiago 4:10 nos dice: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”. Al humillarnos ante Dios, reconocemos Su soberanía y nos sometemos a Su voluntad. La humildad nos permite recibir la gracia de Dios y nos capacita para vivir en obediencia a Sus mandamientos. Es una virtud que nos libera del orgullo y nos acerca más a Dios.
La humildad es una virtud que nos permite servir a los demás y a Dios con un corazón sincero. Al imitar la humildad de Cristo, nos alejamos del orgullo y nos acercamos más a la voluntad de Dios. Que busquemos vivir con humildad, reconociendo nuestra dependencia de Dios y valorando a los demás por encima de nosotros mismos.