26-09-2024
“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.”
Romanos 12:11
Romanos 12:11
La devoción a Dios se manifiesta también en nuestro servicio a los demás. En Romanos 12:11, Pablo nos exhorta a ser diligentes y fervientes en el espíritu, sirviendo al Señor. El servicio no es una carga, sino una oportunidad de mostrar nuestro amor y devoción a Dios al ayudar a otros. Jesús mismo nos dio el mayor ejemplo de servicio cuando lavó los pies de Sus discípulos (Juan 13:1-17), enseñándonos que el verdadero liderazgo y devoción están en la humildad y disposición para servir.
Servir a Dios no siempre es fácil, pero cuando lo hacemos con devoción, recordamos que no estamos simplemente cumpliendo una tarea, sino honrando a Aquel que nos llamó. Colosenses 3:23 nos anima a hacer todo como para el Señor y no para los hombres. Este enfoque nos ayuda a perseverar, incluso cuando no somos reconocidos o cuando el trabajo es difícil. Nuestra devoción nos impulsa a continuar sirviendo, sabiendo que es Dios quien ve nuestro corazón y recompensa nuestro esfuerzo.
El servicio devocional también nos ayuda a crecer espiritualmente. Jesús enseñó que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35). Cuando servimos con un corazón devoto, nos alineamos con el carácter de Cristo, quien vino a servir y no a ser servido (Mateo 20:28). A través del servicio, desarrollamos un corazón humilde y compasivo, reflejando el amor de Dios a los demás. Así, nuestra devoción a Dios se traduce en acciones que impactan positivamente a quienes nos rodean.
La devoción en el servicio es una expresión tangible de nuestro amor por Dios. Al servir con diligencia y fervor, reflejamos el carácter de Cristo y mostramos al mundo el poder transformador de la devoción a Dios.