11-09-2024
“Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.”
Santiago 3:2
Santiago 3:2
Uno de los mayores desafíos para el dominio propio es el control de nuestras palabras. Santiago 3:2 nos recuerda que el que puede controlar su lengua tiene dominio sobre todo su ser. La lengua, aunque pequeña, puede causar mucho daño si no se controla. Nuestras palabras tienen el poder de edificar o destruir, de bendecir o maldecir. Por lo tanto, debemos ser diligentes en someter nuestras palabras al Señor y permitir que el Espíritu Santo nos guíe en lo que decimos.
En Proverbios 21:23, se nos dice: “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” Esto nos muestra que el dominio propio en nuestras palabras también protege nuestra alma. A veces, cuando hablamos impulsivamente o con enojo, terminamos creando conflictos y dañando nuestras relaciones. El control de la lengua es una forma de preservar la paz tanto en nuestras relaciones como en nuestra vida espiritual.
Jesús también nos advirtió acerca de la importancia de nuestras palabras. En Mateo 12:36-37, dijo: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Este pasaje nos recuerda que nuestras palabras importan. Debemos esforzarnos por hablar con sabiduría, amor y verdad, reflejando el carácter de Cristo en todo lo que decimos.
El control de la lengua es una de las áreas más difíciles del dominio propio, pero es esencial para vivir en paz y edificar a los demás. Al someter nuestras palabras al Señor y depender del Espíritu Santo, podemos aprender a hablar de manera que glorifique a Dios y construya relaciones saludables.
1 comentario en “Controlando la Lengua”
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