27-10-2024
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.”
Salmo 24:3-4
Salmo 24:3-4
La santidad es esencial para experimentar la presencia de Dios de una manera profunda y transformadora. En Salmo 24:3-4, se nos dice que solo aquellos con manos limpias y un corazón puro pueden entrar en el lugar santo de Dios. Esto subraya la importancia de la pureza y la santidad para acercarnos a Dios. Si deseamos experimentar Su presencia en nuestras vidas, debemos buscar una vida de santidad, apartándonos del pecado y entregándonos completamente a Su voluntad.
Dios es santo, y Su presencia es un lugar santo. En Isaías 6, el profeta Isaías tuvo una visión de la gloria de Dios, y su primera reacción fue reconocer su propio pecado ante la santidad de Dios. Esto nos recuerda que la santidad de Dios revela nuestras imperfecciones, pero también nos invita a ser purificados. A través del sacrificio de Cristo, hemos sido lavados y purificados, y ahora podemos entrar con confianza en la presencia de Dios (Hebreos 10:19-22). Sin embargo, debemos seguir buscando la santidad para mantenernos cerca de Él.
Finalmente, la santidad nos permite no solo entrar en la presencia de Dios, sino también vivir en Su presencia diariamente. En 1 Corintios 6:19-20, se nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, lo que significa que la presencia de Dios habita en nosotros. Vivir en santidad implica ser conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas diarias y permitir que Su Espíritu nos guíe en cada decisión y acción. Cuando buscamos la santidad, experimentamos una relación más cercana y profunda con Dios.
La santidad es clave para experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas. A medida que buscamos la pureza de corazón y manos, somos capacitados para estar en Su presencia y vivir en comunión constante con Él.