09-09-2025
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.
Efesios 1:7
Efesios 1:7
El amor de Dios nunca falla porque siempre nos ofrece perdón. A través de la sangre de Cristo, hemos recibido redención y libertad de la condena del pecado. Su amor no guarda rencor ni se cansa de darnos una nueva oportunidad. El perdón que viene de Dios nos restaura y nos invita a comenzar de nuevo bajo su gracia.
El Salmo 103:12 dice: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”. Esa es la magnitud de su amor: borra nuestros pecados y no vuelve a recordarlos. Su perdón es completo, no a medias. Aunque nosotros a veces nos sentimos indignos, su amor nos cubre y nos restaura.
1 Juan 1:9 confirma: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. El amor de Dios nunca falla porque siempre responde con fidelidad. Al recibir su perdón, también somos llamados a perdonar a los demás como Él lo ha hecho con nosotros.
El amor de Dios se muestra en su perdón inagotable. En Cristo hemos sido lavados y restaurados por su gracia. Su amor nunca falla porque siempre abre la puerta de la reconciliación y de la vida nueva en Él.