05-03-2025
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, renovados en el espíritu de vuestra mente; y vestidos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Efesios 4:22-24
Efesios 4:22-24
La santidad no es solo un estado del corazón, sino también una manifestación visible en nuestras acciones. Efesios 4:22-24 nos llama a despojarnos del viejo hombre y a vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en justicia y santidad. Esto implica una transformación total, tanto interior como exterior, en todos los aspectos de nuestra vida.
La santidad debe ser evidente en nuestras relaciones, en la manera en que tratamos a los demás. En 1 Pedro 1:22, Pedro nos dice: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amados unos a otros entrañablemente de corazón puro.” Esto significa que la santidad se refleja en la pureza de nuestras relaciones, siendo sinceros, amables y llenos de amor.
Además, la santidad se ve en cómo manejamos nuestras emociones y deseos. Colosenses 3:5 nos exhorta: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.” Vivir en santidad requiere mantener control sobre nuestros deseos y alinearlos con la voluntad de Dios.
La santidad se refleja en nuestras acciones diarias, desde nuestras relaciones hasta cómo controlamos nuestros deseos. Un corazón santo se traduce en una vida santa que honra a Dios en todo.