01-10-2025
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”
Santiago 1:2-3
Santiago 1:2-3
Las pruebas son el terreno fértil donde Dios cultiva la paciencia en nuestras vidas. Aunque naturalmente quisiéramos evitarlas, la Biblia nos enseña que ellas producen un fruto invaluable: paciencia que fortalece nuestra fe. Romanos 8:28 nos recuerda: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Aun lo que parece negativo, Dios lo usa para formar nuestro carácter y enseñarnos a depender más de Él.
En medio de las pruebas, la paciencia no significa soportar con resignación, sino mantener la fe viva en que Dios está en control. Job es un ejemplo poderoso: después de perderlo todo, permaneció fiel y pudo decir: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Su historia nos enseña que la paciencia en el sufrimiento revela confianza plena en la soberanía de Dios.
Además, 1 Pedro 5:10 nos da una promesa preciosa: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”. Las pruebas son temporales, pero el fruto de paciencia y madurez que producen en nosotros es eterno.
Las pruebas no son señales de abandono, sino parte del proceso de Dios para perfeccionarnos. Al ejercer paciencia en medio de ellas, recordamos que el Señor siempre está presente y obrando. Así, lo que parecía doloroso se convierte en un instrumento de bendición que nos acerca más a Cristo.