05-11-2025
“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”
1 Tesalonicenses 5:11
1 Tesalonicenses 5:11
Dios nos llama a ser instrumentos de edificación dentro de Su pueblo. No fuimos creados para destruir con palabras o actitudes, sino para levantar y fortalecer al hermano. Efesios 4:29 nos exhorta: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Cada palabra que pronunciamos puede ser un ladrillo en la construcción espiritual de otro creyente o una piedra que hiere su fe.
Edificar implica invertir tiempo, paciencia y amor en los demás. Romanos 15:2 dice: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.” En la comunidad cristiana aprendemos que el crecimiento no es individual, sino compartido. Cuando uno cae, los demás lo levantan; cuando uno se alegra, todos se gozan. Así reflejamos el corazón del Padre que desea vernos unidos.
Cristo mismo es el fundamento de nuestra edificación. En 1 Corintios 3:11 se nos recuerda: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” Si nuestra comunión no se basa en Él, todo lo que construimos se derrumba. Pero cuando nuestras relaciones se centran en Cristo, la iglesia se convierte en un templo vivo donde Dios habita en medio de Su pueblo.
La verdadera comunidad cristiana se fortalece cuando decidimos edificar en lugar de dividir. Cada creyente tiene la responsabilidad de construir con amor, paciencia y fe, sabiendo que Cristo es el fundamento. En una iglesia donde todos edifican, Dios manifiesta Su gloria y el mundo puede ver el poder transformador del Evangelio.


