01-11-2024
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse.”
Filipenses 2:5-7
Filipenses 2:5-7
La humildad es una cualidad esencial para el servicio. En Filipenses 2:5-7, Pablo nos muestra el ejemplo de humildad de Cristo, quien, siendo Dios, se humilló para servir a la humanidad. Este acto de humildad extrema nos enseña que el servicio genuino no busca prestigio o reconocimiento, sino que nace de un corazón dispuesto a poner las necesidades de los demás antes que las propias. Cuando servimos con humildad, reflejamos el carácter de Cristo y Su amor por la humanidad.
La humildad en el servicio también significa reconocer nuestras limitaciones y depender de Dios. En Proverbios 3:5-6, se nos insta a confiar en Dios y no en nuestra propia sabiduría. Al reconocer nuestra dependencia de Dios, servimos con una actitud de sumisión a Su voluntad. Esta humildad nos ayuda a no pensar más de nosotros mismos de lo que debemos, recordándonos que todo lo que hacemos es por Su gracia y para Su gloria.
Finalmente, la humildad nos permite servir con gratitud, sin compararnos con los demás. En 1 Corintios 4:7, se nos recuerda que todo lo que tenemos viene de Dios. Esto nos ayuda a mantenernos humildes y agradecidos, sabiendo que nuestro servicio es un privilegio que Dios nos concede. Al servir con humildad, podemos ser verdaderos siervos de Cristo, dispuestos a dar sin esperar nada a cambio.
La humildad en el servicio nos permite reflejar a Cristo y recordar que nuestro llamado es un privilegio. Al depender de Dios y no de nosotros mismos, nuestro servicio es un acto de adoración y gratitud a Su bondad.