13-06-2025
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.”
Colosenses 2:6-7
Colosenses 2:6-7
La gratitud y la fe están profundamente conectadas. Un corazón agradecido recuerda la fidelidad pasada de Dios y se fortalece para confiar en su provisión futura. En Colosenses 2:7, Pablo nos llama a andar en Cristo “abundando en acciones de gracias”. Esto no es algo opcional, sino un fruto de una vida enraizada en Él.
Cuando enfrentamos pruebas, la gratitud nos recuerda quién es Dios. Recordar cómo nos ha sostenido antes renueva nuestra confianza en lo que hará. Hebreos 13:8 declara: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Agradecer por su fidelidad pasada fortalece nuestra fe presente.
La fe sin gratitud puede volverse rígida o temerosa. Pero cuando agradecemos, incluso en la dificultad, nuestra fe crece. 1 Tesalonicenses 5:18 dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” La gratitud es una expresión activa de una fe viva.
La gratitud fortalece nuestra fe porque nos conecta con la fidelidad inmutable de Dios. Un corazón agradecido recuerda, confía y camina con firmeza, sabiendo que el Dios que comenzó la buena obra la perfeccionará.