19-08-2024
“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.”
Mateo 17:20
Mateo 17:20
Jesús nos enseña en este versículo el poder de la fe, comparándola con un grano de mostaza, una de las semillas más pequeñas. Aunque la fe pueda parecer insignificante, tiene el potencial de lograr cosas grandiosas si está depositada en Dios. La clave no es la cantidad de fe, sino en quién la colocamos. Al confiar plenamente en Dios, nuestras oraciones y acciones se alinean con Su voluntad, y somos capaces de superar obstáculos que parecían insuperables.
En Hebreos 11:1 se define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. La fe es esencialmente confiar en lo que no podemos ver, sabiendo que Dios es fiel a Sus promesas. Los ejemplos de fe en la Biblia, como Abraham y Moisés, nos muestran que vivir por fe significa obedecer a Dios incluso cuando no entendemos completamente Su plan. Su confianza en Dios les permitió ver milagros y cumplir propósitos divinos.
Finalmente, la fe no es solo un sentimiento o una creencia pasiva, sino que debe ser activa y acompañada por acciones. Santiago 2:17 nos dice que “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Esto significa que nuestra fe debe manifestarse en nuestras decisiones, acciones y forma de vida, demostrando que confiamos en Dios en todas las circunstancias, incluso cuando enfrentamos desafíos.
La fe verdadera tiene el poder de mover montañas y cambiar nuestras vidas de maneras significativas. Al confiar en Dios y actuar en fe, veremos cómo Él obra de manera poderosa en nuestras vidas. Cultivemos una fe activa y creciente, sabiendo que nada es imposible para aquellos que confían plenamente en el Señor.