04-07-2025
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
2 Corintios 9:6-7
2 Corintios 9:6-7
Una parte esencial de administrar bien nuestros recursos es aprender a dar. La generosidad no es cuestión de abundancia, sino de corazón. La Biblia nos enseña que lo que sembramos, cosechamos. Si sembramos generosamente, Dios promete multiplicar.
El dador alegre no da por obligación, sino por gratitud. 2 Corintios 9:8 continúa: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.” Dios suple cuando damos con fe.
Además, la generosidad refleja el carácter de Cristo, quien dio todo por nosotros. Administrar bien no es acumular, sino compartir con sabiduría, según la dirección del Espíritu. Dar es un acto de adoración y de confianza en la provisión divina.
La generosidad es una manifestación de buena administración. Cuando damos con alegría, Dios suple con abundancia y transforma nuestras ofrendas en bendición para muchos.