22-08-2024
“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
Santiago 2:17
Santiago 2:17
La fe verdadera no es pasiva, sino que se manifiesta en nuestras acciones. Santiago enfatiza que una fe que no produce obras es una fe muerta. Esto no significa que somos salvados por nuestras obras, sino que nuestras obras son la evidencia de una fe viva y genuina. La fe sin acción es incompleta, y Dios nos llama a mostrar nuestra fe a través de la obediencia y el servicio a los demás.
El apóstol Pablo también aborda este tema en Efesios 2:10, donde dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Nuestras buenas obras no son el medio de nuestra salvación, sino el resultado de ella. Al vivir en fe, naturalmente nos involucramos en las buenas obras que Dios ha preparado para nosotros, demostrando Su amor y gracia al mundo.
Jesús mismo nos enseña en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Nuestras obras son una forma de glorificar a Dios y de ser testigos de Su poder en nuestras vidas. Una fe viva es una fe que actúa, que transforma nuestra vida y la de aquellos que nos rodean.
La fe viva produce obras que glorifican a Dios y testifican de Su poder. Que nuestra fe se manifieste en acciones de amor y obediencia, mostrando al mundo la realidad de Cristo en nosotros. Recordemos que nuestras obras son el fruto de la fe que Dios ha puesto en nuestros corazones, y que a través de ellas, podemos ser luz en un mundo oscuro.