24-07-2025
“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte.”
Filipenses 3:10
Filipenses 3:10
El deseo de Pablo era conocer a Cristo profundamente y experimentar el poder de su resurrección. Ese poder no es solo para milagros, sino para transformación. La santidad no es un esfuerzo humano, sino una obra del Espíritu en nosotros por el poder del Cristo resucitado.
Romanos 8:11 dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales…”. Ese mismo Espíritu produce frutos en nuestra vida: amor, gozo, paz, dominio propio.
Ser semejantes a Cristo implica morir a nuestro ego cada día y vivir para Dios. Es dejar que el poder de la resurrección nos levante del pecado y nos capacite para vivir vidas que agradan al Padre.
La resurrección no solo cambia nuestro destino eterno, sino nuestra manera de vivir hoy. En Cristo tenemos poder para vivir en santidad, para reflejar su carácter y para caminar en obediencia y amor cada día.