01-12-2025
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.”
Juan 14:16
Juan 14:16
El Espíritu Santo no es una fuerza impersonal, sino la presencia misma de Dios habitando en nosotros, cumpliendo la promesa de Jesús de no dejarnos solos. En un mundo lleno de incertidumbre, Su compañía trae consuelo, paz y dirección. Jesús aseguró que estaría con nosotros “para siempre”, lo cual significa que no hay momento del día donde Su presencia se aparte de quienes creen en Él. Esto nos permite vivir confiados, sabiendo que no caminamos por nuestras fuerzas.
Además, el Espíritu Santo nos recuerda constantemente las palabras de Cristo, como dice Juan 14:26: “Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. No estamos solos para enfrentar tentaciones, decisiones difíciles o momentos de confusión; Él nos ilumina, nos advierte y nos anima. Su presencia hace que la vida cristiana no sea una carga, sino una relación viva y dinámica con Dios.
Por esto, caminar conscientes de Su compañía transforma cómo vemos el día a día. Ya no actuamos desde la soledad, sino desde la presencia de un Dios cercano que mora en nosotros. Esta verdad cambia nuestra manera de pensar, hablar y actuar. Como dice Salmos 139:7: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”. Su presencia nos abraza y sostiene cada día.
La presencia del Espíritu Santo no es temporal ni ocasional: es permanente. Jesús envió al Consolador para que esté con nosotros en todo momento, guiándonos y recordándonos la verdad. Vivir conscientes de Su compañía nos fortalece en fe y nos permite descansar en el amor de Dios. Abramos el corazón para caminar cada día con la certeza de que no estamos solos.


