30-11-2025
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…”
1 Juan 3:1
1 Juan 3:1
El amor de Cristo nos da una identidad eterna: somos hijos de Dios. Nuestro valor no depende de logros, opiniones o circunstancias, sino del amor que nos adoptó en Su familia. “Mas a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Esta identidad cambia cómo vivimos, cómo nos vemos, cómo enfrentamos el futuro. Caminar bajo Su amor es caminar como hijos, no como extranjeros.
Con esta identidad también viene un propósito. Cristo nos llama a vivir como luz del mundo, reflejando Su amor dondequiera que vayamos. “Vosotros sois la luz del mundo…” (Mateo 5:14). Su amor nos impulsa a servir, a compartir Su verdad y a caminar con la convicción de que fuimos creados para Su gloria. Vivir bajo Su amor es vivir intencionalmente, sabiendo que nada es en vano cuando caminamos en Él.
Además, Su amor nos asegura un futuro glorioso. “Porque estoy seguro de que ni la muerte… ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios” (Romanos 8:38–39). Caminar bajo Su amor es caminar con esperanza, con seguridad, con visión eterna. Nada puede romper este vínculo divino. Somos amados, guiados y guardados para siempre.
El amor de Cristo te da identidad, propósito y esperanza eterna. No eres definido por el pasado, sino por el amor del Padre. Vive como hijo amado, camina con propósito y descansa en Su amor inquebrantable. Cristo te sostiene hoy y por siempre.


