30-09-2025
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”
Eclesiastés 3:1
Eclesiastés 3:1
La paciencia en el proceso de Dios está directamente ligada a su tiempo perfecto. Muchas veces queremos que las cosas sucedan de inmediato, pero Dios tiene un calendario divino que supera nuestro entendimiento. 2 Pedro 3:8 nos enseña: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. Él ve el panorama completo, mientras que nosotros sólo vemos una parte.
Esperar el tiempo de Dios no es fácil, pero es necesario para crecer en confianza. Habacuc 2:3 dice: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Las promesas de Dios no fallan; sólo debemos esperar el cumplimiento en el momento oportuno.
Jesús mismo mostró paciencia en su ministerio. Pasaron treinta años antes de que comenzara públicamente su obra, y en todo ese tiempo vivió en obediencia y preparación. Si el Hijo de Dios esperó el tiempo del Padre, nosotros también debemos aprender a esperar confiando en que su plan es perfecto.
El tiempo de Dios nunca llega tarde ni temprano, siempre es perfecto. Aprender a tener paciencia en su proceso nos permite descansar en la certeza de que Él no falla. Cuando aceptamos su calendario divino, dejamos de desesperarnos y comenzamos a confiar plenamente en su fidelidad y en el cumplimiento de sus promesas.