03-12-2025
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
Romanos 8:14
Romanos 8:14
Ser guiados por el Espíritu es una evidencia de nuestra relación con Dios como hijos. Él no nos obliga ni nos empuja, sino que nos guía con amor, paciencia y sabiduría. Su presencia nos muestra el camino correcto aun cuando el mundo ofrece alternativas engañosas. Provérbios 3:5–6 nos recuerda: “Fíate de Jehová de todo tu corazón… y Él enderezará tus veredas”. Esto sucede a través del Espíritu que dirige nuestros pasos.
La guía del Espíritu Santo también nos ayuda a discernir lo que proviene de Dios y lo que no. En un mundo lleno de voces, Su presencia es la única que habla verdad. Jesús dijo en Juan 10:27: “Mis ovejas oyen mi voz… y me siguen”. El Espíritu hace que nuestro corazón reconozca la voz del Buen Pastor, y esa sensibilidad espiritual se desarrolla con obediencia, oración y lectura de la Palabra.
Cuando caminamos bajo Su guía, experimentamos paz. Isaías 30:21 dice: “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él”. Esa guía protege, corrige y afirma. Aunque no veamos el panorama completo, el Espíritu nos dirige paso a paso, construyendo una vida centrada en Cristo.
Ser guiados por el Espíritu es un privilegio de los hijos de Dios. Su dirección es segura, sabia y llena de gracia. Si le permitimos conducir nuestras decisiones, relaciones y pensamientos, caminaremos en propósito y paz. Que abramos nuestros oídos para oír Su voz y seguirla con obediencia.


