20-11-2025
“Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
Juan 7:37–38
Juan 7:37–38
Cristo no solo es roca firme, sino la fuente que sacia nuestra sed espiritual. En el desierto, Dios proveyó agua de una roca para el pueblo de Israel (Éxodo 17:6). Pablo más tarde explica que esa roca era Cristo (1 Corintios 10:4). El Señor es quien satisface las necesidades más profundas del alma.
La sed del corazón surge cuando buscamos satisfacción en cosas pasajeras: éxito, relaciones, bienes o emociones. Pero Jesús declara que solo Él puede saciar. Salmos 107:9 dice: “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.” Cristo no solo alivia; llena por completo.
Cuando venimos a Cristo diariamente, Él refresca nuestra vida con su palabra y su Espíritu. Su presencia renueva nuestras fuerzas. Isaías 40:31 afirma: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas…” En Él hay renovación continua, pues su agua viva jamás se agota.
Cristo es la roca que sacia tu sed y llena tu corazón. Nada en este mundo puede dar la plenitud que da Jesús. Bebe de su presencia cada día y permite que sus aguas vivas renueven tu alma.


