10-10-2025
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.”
1 Corintios 1:18
1 Corintios 1:18
El poder de la cruz no es algo simbólico, sino una realidad viva que transforma al creyente. Muchos no entienden cómo algo tan doloroso puede ser glorioso, pero en la cruz se manifestó la fuerza más grande del universo: el amor que vence el mal. Filipenses 2:8–9 explica: “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo.” El poder espiritual del creyente nace de esa victoria.
Cada vez que enfrentamos debilidad, temor o cansancio espiritual, debemos mirar a la cruz. En ella está la fuente de nuestra fortaleza. Gálatas 6:14 dice: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” La cruz nos recuerda que el poder del Espíritu Santo fluye en quienes se rinden completamente al Señor.
El enemigo fue derrotado en la cruz, y su poder quedó anulado. Colosenses 2:15 declara: “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” El creyente no pelea por victoria, sino desde la victoria de Cristo. Ese poder está disponible para vencer el mal y vivir en libertad.
El poder espiritual que transforma vidas emana del sacrificio de Jesús. En la cruz encontramos la fuerza para vencer, servir y perseverar. Cada día, recordemos que el poder de Dios opera en nosotros por medio del Cristo crucificado y resucitado.