26-09-2025
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Hebreos 10:24-25
Hebreos 10:24-25
La vida cristiana no se vive en soledad. La disciplina de congregarnos y tener comunión con otros creyentes nos fortalece. En la comunión somos edificados, animados y exhortados.
La primera iglesia perseveraba en la enseñanza, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42). Esa perseverancia fue clave para su crecimiento y testimonio.
Cuando descuidamos la comunión, nos volvemos vulnerables. Pero al caminar juntos, nos animamos mutuamente en la fe y crecemos en amor, como enseña Colosenses 3:16.
La disciplina de congregarnos y compartir con otros creyentes nos sostiene y nos anima. En la comunión experimentamos el amor y el cuidado de Cristo manifestado en su cuerpo, la iglesia.