23-09-2025
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.
Filipenses 4:6
Filipenses 4:6
La oración es el motor de la vida cristiana. Es el medio por el cual nos comunicamos con Dios y depositamos en Él nuestras cargas. Sin disciplina en la oración, nuestra vida espiritual se debilita. Jesús nos dio el ejemplo cuando enseñó a orar sin cesar (Lucas 18:1).
La oración no siempre fluye fácilmente, pero la práctica constante nos entrena a depender del Señor. Daniel oraba tres veces al día, aun en medio de la persecución (Daniel 6:10). Esa fidelidad le sostuvo y le abrió puertas para ver la gloria de Dios.
Cuando oramos con perseverancia, experimentamos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). La disciplina en la oración nos recuerda que no caminamos solos, sino que tenemos un Padre que cuida de nosotros.
Una vida disciplinada en la oración nos fortalece contra la ansiedad y la duda. La constancia en hablar con Dios nos da dirección, paz y confianza en cada circunstancia.