15-09-2025
“La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.”
Proverbios 18:21
Proverbios 18:21
La Biblia nos enseña que nuestras palabras tienen un gran poder, tanto para edificar como para destruir. Muchas veces no somos conscientes del impacto que tiene lo que decimos en los demás. Unas palabras de aliento pueden levantar a alguien caído, mientras que unas palabras de crítica injusta pueden herir profundamente. Por eso, como hijos de Dios, debemos aprender a cuidar lo que sale de nuestra boca.
Jesús mismo advirtió que de lo que abunda en el corazón, habla la boca. Dice Mateo 12:34: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Esto significa que nuestras palabras son un reflejo de lo que hay en nuestro interior. Si Cristo gobierna nuestro corazón, nuestras palabras deben reflejar amor, verdad y gracia.
El Espíritu Santo es quien nos ayuda a usar la lengua para glorificar a Dios y bendecir al prójimo. Santiago 1:19 nos exhorta: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” Aprender a escuchar y ser prudentes al hablar es parte de la madurez cristiana.
La lengua puede ser un arma destructiva o un instrumento de bendición. El Señor nos llama a hablar vida y no muerte, verdad y no mentira, edificación y no destrucción. Que cada palabra que salga de nuestra boca refleje el carácter de Cristo y lleve gracia a los que la escuchan.